La albariza es una marga blanda que se encuentra en la parte alta de las colinas del área de Jerez. Este tipo de suelo es fundamental para la viticultura de la región, ya que ofrece un paisaje característico y es rico en carbonato cálcico, con concentraciones que pueden alcanzar hasta un 40%. La albariza también contiene arcilla y sílice, esta última proveniente de los caparazones de diatomeas y radiolarios que habitaron el antiguo mar que cubría la zona durante el período oligocénico.
La combinación de estos componentes hace que la albariza sea un sustrato ideal para el cultivo de vides. La arcilla, en particular, ayuda a retener la humedad, lo que es crucial en el clima más seco de Jerez. Además, la albariza proporciona un drenaje efectivo y contribuye a la regulación de la temperatura del suelo, creando un ambiente equilibrado que favorece la maduración de diversas variedades de uvas, siendo la Palomino la más emblemática para la producción de vino de Jerez.
Toda esta información la descubrimos in situ, gracias a la salida al campo en la Bodega Luis Pérez con la EASD y a la generosa colaboración de Willy Pérez, geólogo, enólogo y viticultor. Él compartió con el equipo sus estudios profundizados sobre las características del marco de Jerez. Durante esta experiencia, incluso manipulamos representaciones de diatomeas y radiolarios impresas en 3D, lo que nos permitió visualizar sus complejas estructuras y profundizar nuestro entendimiento sobre su papel en la geología local.
Indagando sobre estos microorganismos nos encontramos con las minuciosas y poéticas láminas de Ernst Haeckel. Ernst Haeckel, fue un naturalista y artista del siglo XIX conocido por sus representaciones detalladas de organismos vivos, particularmente aquellos que son microscópicos, como los radiolarios y las diatomeas. Haeckel llevó a cabo estudios detallados de los radiolarios, que son protozoos acuáticos con estructuras silíceas impresionantes y complejas. Sus dibujos no sólo capturan la belleza estética de estas criaturas microscópicas, sino que también ilustran su diversidad y funcionalidad en los ecosistemas marinos. Al morir, estos organismos se sedimentan en el fondo marino, contribuyendo a la formación de ciertos tipos de suelos, como la albariza.
Cuando observamos los paisajes vitícolas de Jerez, podemos apreciar que la riqueza en sílice y el carbonato cálcico de la albariza están, en cierta medida, ligados a la vida marina que existió en el pasado de la región. Los caparazones de diatomeas y radiolarios, tan bellamente ilustrados por Haeckel, son un recordatorio de cómo los seres vivos, aunque microscópicos, tienen un impacto significativo en el medio ambiente y en la geología del suelo.
Además, los trabajos de Haeckel fomentaron un entendimiento más amplio sobre la importancia de la biología en la formación de los ecosistemas terrestres y marinos, algo que puede ser visto en la forma en que la albariza ha influido en la viticultura de Jerez. El suelo no solo proporciona nutrientes a las plantas, sino que también lleva consigo historias de miles de años de vida marina y sedimentación.